La reciente decisión del Ministerio de Cultura por reducir el área en un 42% el área protegida de las Líneas de Nasca, patrimonio histórico reconocido por la UNESCO, ubicado en Ica. Esta reducción se produce en un contexto donde la minería ilegal ya representa una amenaza significativa para el patrimonio cultural en la región.
El Ministerio de Cultura ha señalado que la reserva arqueológica de las líneas y geoglifos de Nasca es la zona más afectada por la minería ilegal, a pesar de las normativas vigentes para proteger el patrimonio cultural. Las operaciones ilegales no respetan la fragilidad de los bienes arqueológicos prehispánicos.
Según información oficial del Registro Integral de Formalización Minera (Reinfo), a la que tuvo Rumbo Minero, en la región de Ica existen 2,648 registros, de los cuales 535 se encuentran vigentes y 2,113 están suspendidos. Específicamente en la provincia de Nasca hay 171 registros vigentes y 792 suspendidos. Lo que demostraría una vez más como este registro no ha funcionado para la formalización minera.
El problema de la minería informal no es nuevo en la zona, pues informes del ministerio ya habían calificado esta zona como la más afectada también por la minería ilegal, señalando que las regulaciones existentes no han bastado para frenar las invasiones. Operativos anteriores, como el de 2016 en Quebrada de la Taruga, revelaron el nivel de organización de estas actividades ilícitas, que incluyen explosivos, maquinaria y campamentos en plena área protegida.
REDUCCIÓN
El área protegida pasó de 5,600 a 3,200 kilómetros cuadrados, una decisión que el ministro Fabricio Valencia justificó como una «optimización de la gestión». No obstante, el Colegio de Arqueólogos del Perú cuestiona la validez de dichos estudios y advierte que la reducción expone a zonas aún no investigadas a amenazas como la minería ilegal y la expansión agrícola.
Estas acciones subrayan la necesidad urgente de reforzar la protección del patrimonio cultural en Nasca y de abordar de manera efectiva la minería ilegal que amenaza tanto al medio ambiente como a los sitios arqueológicos de la región.